sábado, 4 de febrero de 2012


 
El destino determina quien llega a tu vida, 
pero tu corazón decide quién se queda.

Sabías que no aguantaría mucho tiempo más. Que lo necesitaba, que necesitaba verte. Sabías que me moría de ganas por abrir la puerta y correr hacia ti. Jugabas con ventaja, porque me conoces, porque sabes que a pesar de todo no he conseguido olvidarme de nada. Sabes que existen esos momentos en los que mandaría a la mierda todas las razones por las que no podemos estar juntos y estar contigo, independientemente del final que nos espere. Independientemente de todo. Mientras mis dedos recorrían tu espalda, pensaba en todas las veces que me pregunté si volvería a encontrarme así algún día. Si alguna vez seríamos capaces de romper con todo lo que nos separaba y volver a aquellos días, a lo que éramos. Quizás necesitemos tiempo para volver a ser los de antes, quizás solo tenemos que quererlo, o quizás no necesitemos nada más que saber que nos necesitamos. Noche de no decirnos nada y decirnos todo lo que nunca nos dijimos. De tocarnos con los ojos y olernos con la piel. Noche de comprobar que nada, absolutamente nada ha cambiado, y que jamás cambiaría.

jueves, 2 de febrero de 2012

Si hubiese querido aparecer en un momento mejor, no lo hubiese conseguido.
Ha vuelto para regalarme un océano, cuando no podía morir más de sed. 
Nunca antes había sentido que no quería querer, porque no quería que nadie me hiciese daño. 
Y ahora lo siento, pero he aprendido que el miedo no te deja vivir, y no quiero que forme parte de esto.
 He aprendido que si vas rápido terminas por no llegar a ningún sitio. 
Siento que únicamente ha dejado de ser tarde para él. 
Y quiero que se quede conmigo, porque yo también merezco querer y que me quieran. 
Otra vez.
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jueves, 29 de diciembre de 2011


No hay nada imposible, porque los sueños de ayer son las esperanzas de hoy 
y pueden convertirse en realidad mañana.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Walt Whitman


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.

viernes, 9 de diciembre de 2011

miércoles, 7 de diciembre de 2011

En ese puente, y no en cualquiera. En el puente Milvio, en Roma. Ese puente en el que cuelgas ese candado tan especial, con la ilusión de permanecer siempre con la persona escrita en él. Un puente en el que además de tirar la llave del candado al río, vacías tus esperanzas, tus sueños, tus deseos… Junto con esa llave que hace que ese candado permanezca cerrado. Y piensas en qué pasaría si se abriera, por eso lo tiras con toda tu ilusión y tus fuerzas al río, y dejas que ese sentimiento de esperanza recorra todo tu cuerpo, así, sin más. Y te das cuenta de que realmente estás enamorada y de que no quieres que ese candado se abra nunca, porque al igual que esas llaves caen al río, tú también caerías al vacío. Una vida entera con él, aferrada a ese candado.
Y piensas, ¿cuántos sueños esperanzados lleva consigo el puente Milvio? ¿Y cuántos rotos? Y lo único que sabes es que tu historia es diferente que la de cualquiera que pueda haber allí.