lunes, 30 de agosto de 2010

(...) soñadora, mirando la pizarra sin ver los números que hay escritos en ella, sin oír las palabras de la profesora. Piensa en él, en qué estará haciendo en ese momento. Se pregunta si está pensando en ella. Intenta imaginárselo y sonríe enternecida, después preocupada y finalmente deseosa. Todo es posible. A veces es tierno y dulce, después, de repente, salvaje y violento. Suspira y mira la pizarra. Esa ecuación es mucho más fácil de resolver.

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